León de Jesús Pereañez: Para siempre y un día

León de Jesús Pereañez [Foto del músico István Menich Horvath])
León de Jesús Pereañez [Foto de István Menich Horvath, músico Húngaro]


León de Jesús Pereañez Medellín 24 de diciembre de 1956 -  Ibagué 5 de abril de 2016

Todo se lo robamos./ No le dejamos ni un color ni una sílaba:/Aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,/Allí la acera donde acechó su esperanza./Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;/Nos hemos repartido como ladrones/El caudal de las noches y de los días. J. L. Borges


Leito querido: “Para Siempre y un día”

Esto es muy irreal, algo no encaja, esta ficción ya no tiene gran sentido. ¿Cómo que te estás yendo amigo de siempre? Si nos parece que vamos a seguir encontrándote en el sillón, justo frente al ordenado atril de lectura, donde dejaste algunos apuntes, las consabidas cifras que tanto te mortificaron, y las otras cifras con las que calculaste tantos preciosos objetos recreados con lujo de precisión y toda la experticia de unas manos espantosamente sabias.

Porque en un mundo de total incertidumbre, nunca conocimos un ser cuya substancia sin duda era el tiempo, un ser de exactitudes y puntualidades, que amara tanto la certeza, esa que no es fruto de pancoger, y que hacía que la perfección y el orden de los objetos de su casa, les hiciera temer una inexactitud a sus amigos, porque una vez mirados o tocados levemente, no volvieran a colocarlos en las exactas coordenadas longitudinales que Leito les había con sutileza procurado.

Cómo nos vamos a olvidar del Lector de Lectores, de la espléndida biblioteca en la modesta casa de la que hiciste un palacete. Cómo no recordar tu dedicación en la relectura que hiciste en los últimos meses de la colección de los diez tomos de Jean Henry Fabre, tus amados “Recuerdos entomológicos” , que releíste con minucia y consagración, al punto tal, que para deleitarte con la finura de las observaciones de Fabre, y ante las alusiones constantes del autor a las obras clásicas , que No habías leído nunca, te sentaste juiciosamente a leerlas; esas obras que nadie confiesa de tajo no haber leído nunca: La Iliada, La Odisea, La Divina Comedia, y que por supuesto, como bien nos lo confesaste a Yurisita y a mí, ¡No leerías de nuevo!

¿Cómo podemos despedirte? De antemano sabemos que vamos a volver a ti, por el resto de vida que nos queda. Quienes vimos llegar a León de Jesús Pereañez e instalar su mundo en San Bonifacio de Ibagué, supimos que estaría una temporada larga, entre nosotros, ahora nos parece que esa temporalidad fue demasiado corta para tanta bondad del espíritu y tanta genialidad estética y apasionamiento científico:

Leito querido: tu vida, ¿Es un un rito de alquimia, o un ejercicio de un oficiante moderno, en procura del cifrado algoritmo? ¿Qué cosechan a oscuras estas tus geodas, tus divinas simetrías?

Pigmentos, craquelados, fisuras, entonan cantos de universos y paraísos que no hemos perdido, o al menos que no hemos querido perder. Azules menos incandescentes que sublimes, veladuras renacentistas; círculos infinitos en el que cualquier punto es el centro: Geoda-Zahir, que en ésta versión se reproduce inmarcesiblemente, como páginas bíblicas de libro de arena.

Zahir, siempre dije que tu obra y tú eran como el Zahir; ese objeto, ese ser que una vez visto es imposible de desdibujar, de hacerlo perdidizo en la memoria, y que se queda como esa imagen recurrente que nos colma. Así permaneces y permanecerás en el corazón de tu amado hijo Marco, de tu Yuri del alma, y de todos los que nunca, nunca dejamos de amarte.

Para siempre y un día”


Ana María Rivera
7 de abril de 2016
[León de Jesús Pereañez. Medellín 24 de diciembre de 1956 - Ibagué 5 de abril de 2016]

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